2. La evaluación de aprendizajes en tiempos digitales

La tecnología afecta a las prácticas de evaluación de los aprendizajes y a la evaluación de muchas formas:

En primer lugar, afecta al qué evaluamos, pues teniendo en cuenta el tipo de tecnología a la que tiene acceso la mayoría del alumnado, es impensable seguir planteando determinadas preguntas de evaluación en las que sería difícil discernir si estamos evaluando a la tecnología de búsqueda o a los conocimientos de nuestros estudiantes (enlace en inglés).

El examen de conocimiento declarado deja de ser el paradigma evaluativo. Los procesos de evaluación tendrán que centrarse en competencias y, por lo tanto, los procesos de evaluación formativa, es decir, esos que dan información al estudiante de cómo va su proceso de aprendizaje, se expanden, se hacen más variados. Además, será importante recoger muchas más evidencias.

Eso no quiere decir que los procesos de evaluación sumativa desaparezcan, pero sí que deben cambiar en tanto que deberían incluir la realización de productos finales multimodales en los que se exhiba conocimiento no estrictamente declarativo, sino la capacidad de resolución de problemas, integrando conocimientos de forma interdisciplinar y transdisciplinar.

Además, en la evaluación pueden empezar a intervenir de forma sencilla otros agentes evaluadores diferentes del profesor, como experto. Se puede promover la evaluación entre pares y la evaluación por parte de agentes externos que no son ni el profesorado ni el alumnado.

Y a todos esos cambios la institución no solo tiene que darles su apoyo, sino que además debe promoverlos, entendiendo que los mismos requieren cambios organizativos y de mentalidad de la propia institución, que van mucho más allá de la propuesta de nuevos tipos de evaluación.